Pablo Llorca: La mirada marginal, la película incomoda

Elena Cabrera

El pasado mes de febrero el Cine Estudio dedicó un ciclo al director madrileño Pablo Llorca, autor de una vastísima filmografía a la que definen la independencia radical y el bajo presupuesto. En el ciclo se celebraron diferentes debates en torno a su obra y se proyectaron cuatro de sus películas más recientes, entre ellas Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), un documental acerca de la historia de la educación reciente en España sobre el que Elena Cabrera, redactora jefa de Cultura de eldiario.es, entrevistó al director.

En los esforzados intentos por definir a Pablo Llorca (Madrid, 1963) que se han realizado hasta ahora, una de las aproximaciones más certeras sería la de «francotirador marginal». No le interesa la fama, la promoción, las entrevistas, la proyección de sus obras o cultivar un perfil de autor, con toda la carga que contiene esa etiqueta. Su mayor interés es avanzar. Rodar y seguir hacia adelante. Situar su mirada en un continuo. El camino.

Rodar desde ese lugar en perpetuo movimiento, instalado en el travelling de un presente fugaz, genera que puedan ser varias las películas que termina a lo largo de un año. Y lo hace desde la independencia radical y el bajo presupuesto. Entre sus obras encontramos muchas ficciones que miran a los ojos al presente social.

En Ternura y la tercera persona (2017), protagonizada por Mario Gas y su hija Miranda, el guion se fija en los lazos vecinales en un barrio obrero de Madrid. En País de todo a 100 (2014) dos amigos advierten las consecuencias de la crisis económica en España durante un road trip en las Navidades de 2013. En Días color naranja (2016) el planteamiento es similar, pero el movimiento lo aporta un interrail que le permite a la pareja protagonista recorrer una Europa en crisis con la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull. Ese filme encuentra su continuación en Película del hierro y la nieve (2023), otro viaje sobre raíles por el continente ocho años después. Su director también utiliza la especulación para no parpadear en esa mirada social. En la distopía Los subterráneos (2020) nos lleva a una España del año 2030 gobernada por una democracia iliberal en la que todos los ciudadanos están bajo vigilancia, salvo un grupo, que lucha oculto desde los márgenes.

Este tipo de películas conviven en su filmografía con los documentales que se fijan en un pasado reciente, esquivando los grandes temas y buscando las pequeñas historias. Fábula del escorpión y la rana (2024) es un collage de todo tipo de imágenes que compara la década actual con la de 1930. Del agua y el Mediterráneo (2023) está construida a partir de una entrevista realizada al pintor Guillermo Pérez Vilalta en 1996. Historias del poder y la vida (2021), codirigida junto a Manuel Ruiz, entrevista a activistas de Ecologistas en Acción sobre diferentes luchas contra la corrupción urbanística y medioambiental.

Además de su carrera como cineasta, Llorca, que es licenciado en historia del arte, ha escrito en numerosas publicaciones y ha colaborado con instituciones como Artium o la Fundación Juan March. También ha estado a cargo de programas audiovisuales del Museo Reina Sofía y fue comisario invitado de PHotoESPAÑA en 2004 en la sección de vídeo y cine.

Este ha sido un año de reconocimiento para el director. El pasado mes de febrero, el Cine Estudio del Círculo acogió las proyecciones de cuatro de sus películas recientes: la ya citada Fábula del escorpión y la rana, Película del hierro y la nieve, Dobla la esquina, el volcán (2024) e Instituto Santamarca: Sexo, drogas, rock & roll y política, 1975-1985 (2024), junto con diferentes coloquios. Aunque las películas no están disponibles en plataformas, se pueden comprar en DVD en la página web de su productora, La Cicatriz. Lo que sí está disponible es algo muy interesante: el código fuente de algunos documentales, pues Pablo Llorca ha publicado en su web horas y horas de las entrevistas completas sin editar.

Al menos dos de sus documentales abordan la historia de la educación reciente en España. Uno es El club del pino solitario. Colegio Estilo, los años del bachillerato, 1959-1976 (2020), y otro, el que dedica al Instituto Santamarca. Tanto el colegio como el instituto están ligados a la biografía de Llorca. El Estilo es un centro muy singular, sobre todo por las circunstancias de su origen: privado, mixto y laico, fundado en 1959 por algunas personas cercanas al régimen, pero también por gente del Partido Comunista. Llorca realizó entrevistas durante doce años para poder contar su historia. Por su parte, el Santamarca es un instituto público cercano al barrio madrileño de Prosperidad, donde estudió el propio Llorca. El instituto jugó un papel importante en la democratización de la educación en España, proceso que se consiguió con huelgas, fanzines y asambleas, pero también con sexo, drogas y música. Y esa es la historia que cuenta Llorca.

Fotograma de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

Fotograma de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

SEXO, DROGAS, ROCK&ROLL Y POLÍTICA. INSTITUTO SANTAMATCA 1975-1985

El pasado mes de junio, Llorca asistió a un pase de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca 1975-1985 en la Escuela Popular de la Prospe del barrio de Prosperidad. Allí dijo que un documental le sigue al otro porque su proyecto era hacer «una crónica de la relación entre un centro de enseñanza y la sociedad de su época», por lo que, entre las dos obras, cubre desde 1969 a 1985.

Durante los cuatro años que Llorca estudió en el Santamarca estuvo muy implicado en los intestinos del centro: fue delegado de curso en dos ocasiones, trabajó en su revista y también participó en el Consejo asesor del Consejo de Dirección. No obstante, al grabar las casi setenta horas de entrevistas que realizó aparecieron historias que él desconocía. Si eligió este instituto en concreto, es porque le pareció que «había tenido el ciclo habitual de esos años, que era pasar de la militancia al hedonismo, una cosa general en España y en Occidente en general», señala. Pero, además, le parecía un lugar «atípico» por la intensidad política que se vivió allí, por cómo funcionaba la relación entre profesores y alumnos y cómo estalló una huelga de enseñanza en defensa de la dirección: «Se le quiso convertir en un ejemplo de funcionamiento democrático».

El tándem directivo lo formaban Francisca García Felices, como directora, y Miguel Merín, como jefe de estudios. Ella era intelectual y comunista –«una persona cartesiana y prudente», en palabras de Llorca– y Merín, filósofo. Él quería desafiar la disciplina y hacer del instituto «un campo de pruebas para lo que debería ser la enseñanza democrática». A ambos les incoaron expedientes disciplinarios en 1977, la víspera del referéndum de aprobación de la Constitución Española. Entre las acusaciones que les hace el Ministerio de Educación está la de permitir la presencia de alumnos en las juntas de evaluación o que la designación de los tutores se realizara basándose en los votos de los alumnos. Para ellos, esto es la Democracia, con mayúsculas, entrando por las puertas y las ventanas del instituto. Para algunos profesores reaccionarios, supone la oportunidad de torpedear estos avances.

Fotogramas de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

Fotogramas de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

García Felices y Merín impugnan por motivos ideológicos la designación del juez instructor y del secretario del caso, a quienes consideran conservadores. Educación alega que el papel de la impugnación se ha extraviado y no la toma en consideración. El claustro protesta y reivindica que la participación de toda la comunidad educativa en la gestión del centro está garantizada por la Constitución, pero da lo mismo. Se considera que hay faltas graves y el instituto se lanza a la huelga el 12 de diciembre de 1979. Tanto padres y alumnos como los propios profesores se reúnen en asamblea y cientos de personas se manifiestan en la calle. La chispa contagia otros institutos y a los partidos políticos. Se extienden las huelgas, los encierros y las manifestaciones. El diario El País califica el conflicto de «guerra ideológica entre profesores y alumnos». No era exactamente así. Los alumnos anarquistas estaban contra la dirección, a la que consideraban comunista. Pero la dirección se había rebelado contra el ministerio, contra el Estado, por lo que los ácratas se veían impelidos a apoyar la movilización. Por otro lado, había sectores conservadores entre el alumnado y el profesorado y fundamentalmente en las familias, que no entendían por qué sus hijos e hijas faltaban tanto a clase.

Algo de lo que se habla abiertamente en el documental es sobre las relaciones entre profesores y alumnos, que, en algunos casos, iban más allá de la docencia y el activismo: «En las entrevistas salieron cosas que yo no sabía. Sí conocía que había relaciones estrechas, de amistad e incluso de pareja entre alumnos y profesores, pero no conocía los casos particulares, y uno de ellos lo cuenta Andrés Lima», cuenta Llorca, y añade: «En ese momento en España, en general, hay una efervescencia y un descontrol bastante grande que nadie quería prohibir, nadie quería pasar por represor, con lo cual no había ley. Había leyes, pero estaban en tránsito. Una línea muy fina separaba lo que se podía hacer de lo que de todas maneras se hacía».

Fotogramas de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

Fotogramas de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

Tres o cuatro años después de esa efervescencia es cuando se invita a la dirección a irse porque se considera que «hay que encauzar aquello un poco». El sueño democrático, tal y como lo habían imaginado en el Santamarca, se esfuma. Se convierte en otra cosa. «La idea que yo tenía en mi cabeza al hacer el documental era mostrar el giro que se produce tras la época de la Transición, el posfranquismo, donde había una efervescencia política muy grande y un compromiso, no de todo el mundo pero bastante general; a cómo se produce un giro muy evidente hacia 1980 o 1981, que es el declive de la militancia. La música pasó a sustituir la militancia política. Íbamos a conciertos y mucha gente formaba grupos», recuerda el director. El instituto Santamarca fue testigo de la formación del grupo Aviador Dro cuyos miembros estuvieron implicados en los fanzines anarquistas que contribuyeron al jaleo de aquellos días.

Pero dos o tres años después, todo había cambiado: «Entró una nueva generación con la que no es que hubiera una gran diferencia de edad, pero era otro mundo». De eso hablan en el documental el actor Alberto San Juan, el músico Coque Malla, el director de cine Juan Cavestany o el actor y director teatral Andrés Lima, todos ellos exalumnos del Santamarca. En tres años, la revolución sofocada desapareció y pasó a ser un recuerdo incómodo. La dirección progresista cambió por una conservadora. Hay un momento interesante durante la entrevista que Pablo Llorca realiza al jefe de estudios, Miguel Marín, en el que este dice: «Nos pasamos». «Yo ahí tardo en reaccionar unos segundos», explica Llorca: «Cuarenta y cinco años más tarde, la mirada es muy diferente. Supongo que se refiere a que las cosas estaban bien planteadas, eran justas, pero que el contexto no permitió lo que pretendíamos hacer, que era una democratización amplia de la enseñanza. Había ideas, había energía, pero no había un contexto general que lo avalara y lo posibilitara. El nivel de democratización de aquellos años, o por lo menos lo que pasó en el Instituto Santamarca, es mayor que el que hay ahora. En el Consejo escolar que hoy formamos los padres o los profesores, las decisiones son secretas. Se toman decisiones, pero no se comunican. En cambio, en aquel entonces todo era transparente y había mucha comunicación entre los distintos estamentos de la educación, pese a que ahora el contexto en teoría sí que lo permitiría». Visto con esa perspectiva, quizá las películas de Pablo Llorca también consisten en eso: democratizar el cine como lo intentó con la educación su instituto, lo permita o no el contexto. Intentarlo, al menos. Y que intentarlo no sea un fracaso, sino una manera de vivir.

Fotograma de El club del pino solitario. Colegio Estilo, los años del bachillerato, 1959-1976, 2020

Fotograma de El club del pino solitario. Colegio Estilo, los años del bachillerato, 1959-1976, 2020

Fotograma de Sexo, drogas, rock&roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985), 2023

CICLO DE CINE PABLO LLORCA. CUATRO PELÍCULAS RECIENTES
14.02.24 > 22.02.24
PARTICIPAN MANUEL ASÍN • PABLO LLORCA • JAVIER DOZ • PAQUITA GARCÍA FELICES
ANDRÉS LIMA • MIGUEL MERÍN • JESÚS A. NÚÑEZ VILLAVERDE

ORGANIZA CBA

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